Al frente de esta experiencia está el artista Pedro Cuevas, quien
reabrió en el hospital un centro cultural donde los internos canalizan
sus emociones a través del arte.
La reapertura de este espacio, hace un año y medio, cambió la rutina
dentro de este hospital de salud mental ya que desde entonces se ha
logrado "una mejoría absoluta, alucinante" en los pacientes asiduos a
las salas de creación, según aseguró Cuevas.
Todo comenzó cuando Daniel Camarero, uno de los médicos del hospital,
decidió reabrir el antiguo centro cultural del Borda que llevaba años
en desuso. Camarero y Cuevas se conocieron y el médico le ofreció
restaurar el lugar y ponerse al frente de la dirección artística,
mientras que él se ocuparía de la dirección general del centro
cultural.
"Al
principio era imposible, acá no hay estructura, leyes o normas. Los
pacientes hacen lo que quieren. Pero poco a poco fuimos aprendiendo a
equilibrarnos", explicó Cuevas.
"El tema es que
tengan ganas. A veces prefieren quedarse tirados en la cama. Hay que
convocarlos, ir a buscarlos. No hay un grupo estable, estructura ni
horarios", aclaró.
Gracias a las donaciones de materiales de pintura y escultura y, sobre
todo, al entusiasmo han conseguido que los pacientes se acerquen y
creen un auténtico museo, donde exhiben orgullosos las obras creadas de
forma totalmente libre.
Esta oportunidad de expresarse opera grandes mejorías en la salud
mental de los internos, que ven cómo su situación mejora
sustancialmente. Se empiezan a generar vínculos de amistad, humanos.
Gente que estaba sin visitas, semiabandonada, ahora tiene amigos.
Tienen cariño, nuevas expectativas", comenta Cuevas.
Su visión es que el arte sirve como terapia poderosa, capaz de "sacar el conflicto".
"Pienso que con el arte se puede exorcizar todo tipo de problemática
que esté en la cabeza. También con un psicólogo, hablando, pero hablar
es una forma de expresión, como el arte lo es", sostuvo.
Y,
como él, hay muchos creadores comprometidos en prestar su apoyo al
centro cultural: "En este momento somos un elenco estable de 50
artistas, y en total han pasado por aquí unos 300. Vienen a donar su
obra, dar su arte, su tiempo, hacer algo por el otro".
Todo este esfuerzo tiene el premio diario de ver a los pacientes
mejorar, y el aliciente que suponen las exposiciones en el exterior, que
consiguen lanzar e integrar a los internos como artistas reconocidos,
dándoles una "nueva vida", señaló.
Han expuesto en varios puntos de Argentina, también en Londres y
Berlín, van a salas de exposición, cárceles, otros hospitales. Y las
ventas acompañan, aunque considerando las condiciones de cada caso para
no desvirtuar la esencia del centro cultural.
"No es que hagamos un negocio acá: esto es un museo. Si de repente
alguien quiere una obra, se ve el tema, se hace un seguimiento, se cobra
el dinero y esa cantidad va para el paciente", explicó Cuevas.
Pese a la dedicación que ha volcado en sacar adelante el centro
cultural, este artista no quiere que su viabilidad dependa de su
persona.
Se confiesa
un ser inquieto, apasionado de los viajes, y su intención es dotar al
centro cultural de autonomía para que siga adelante cuando él decida
levantar el vuelo.
"En algún momento me voy a ir. Yo estudié para ser operador comunitario
y nos enseñaban a insertar un proyecto en un lugar con carencias, que
el proyecto se autoabastezca y que uno pueda irse a otro lugar dejando
que quede funcionando. Mi idea es que no dependa de mí", sentenció.